En la vastedad del universo, la pregunta sobre la existencia de formas de vida inteligente más allá de nuestro planeta es inevitable, y con ella, el deseo de establecer una comunicación que la confirme. Pero ¿es realmente posible entablar una conversación con civilizaciones alienígenas?
A lo largo de los años se han llevado a cabo numerosos intentos, aunque en su mayoría modestos, para enviar mensajes al espacio en busca de posibles interlocutores. Entre los más notorios se encuentran las inscripciones físicas a bordo de las sondas espaciales Pioneer 10 y 11 y los discos fonográficos con imágenes y sonidos que llevan las naves Voyager. También se han emitido transmisiones de radio, como el famoso mensaje de Arecibo. Sin embargo, la incertidumbre sobre si estos mensajes serán interceptados y comprendidos plantea un desafío significativo.