Los planetas rocosos como la Tierra se formaron por la agregación de millones de pequeños cuerpos. Algunos de sus rasgos actuales fueron esculpidos por la colisión final de embriones planetarios, cuerpos similares a los mayores asteroides que hoy conocemos, como Ceres y Vesta.

Así pues, el pasado terrestre estuvo marcado por materiales que quedaron parcialmente deshidratados, al estar sometidos a altas temperaturas y presiones intrínsecas a su tamaño y a las gigantescas colisiones que experimentaron.