Se trata de una criatura minúscula, invisible a simple vista que, aunque responde al nombre de tardígrado, en muchas situaciones es conocido como “oso de agua”. Y lo más importante es que no solo resiste a las duras condiciones del espacio, sino que también a la deshidratación extrema, la congelación y hasta la radiación mortal. ¿Cómo lo hace? La clave está en un superpoder: la criptobiosis.