En las oscuras noches del desierto de Atacama, un despistado visitante sería testigo de una sobrecogedora escena digna de las películas de Marvel. Una extraña criatura dispara desde las montañas al centro de la galaxia con cuatro potentes láseres naranjas. No se trata de ciencia ficción. 

El responsable es el VLT (Very Large Telescope) y el objetivo de sus láseres es crear estrellas artificiales a unos 90 km de altura, donde abundan los átomos de sodio, para afinar el enfoque del telescopio casi como si estuviera en el espacio, sin la interferencia de la atmósfera.

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