El Telescopio Espacial James Webb (JWST) sigue haciendo impresionantes descubrimientos dentro de nuestro Sistema Solar. Lo último son las observaciones Encélado, la pequeña luna de Saturno con un océano interno. El JWST ha sido capaz de ver los famosos chorros del polo sur de Encélado y su interacción con el anillo E alrededor de Saturno. Es la primera vez que se pueden estudiar los chorros desde la órbita solar, un récord que demuestra la enorme potencia del JWST. Lo llamativo de las observaciones es el gran tamaño de los chorros, que se extienden unos 9600 kilómetros, una enorme distancia comparada con los apenas 505 kilómetros de diámetro que mide esta luna. Aunque la sonda Cassini analizó los chorros de Encélado con mucha mayor precisión, las observaciones del JWST son esenciales para disponer de una visión más general. Gracias al JWST, los investigadores han logrado confirmar que el 30% del agua de los chorros se queda en el toroide del anillo E, mientras que el resto es expulsada y viaja a diferentes partes del sistema de Saturno.
Podríamos pensar que el gran tamaño de los chorros observados por el JWST se debe a que Encélado ha incrementado su actividad desde que la Cassini dejó de funcionar, pero la estimación del caudal de los mismos a partir de los datos del James Webb es la misma que la que en su momento se obtuvo con los datos de la sonda de la NASA: 300 litros por segundo. Del mismo modo, la densidad estimada del toroide del Anillo E es similar a la que se calculó con las observaciones del telescopio espacial europeo Herschel hace trece años. Así, por un lado tenemos un pequeño misterio, que es la anómala longitud de los chorros detectada por el JWST, pero, por otro lado, estos resultados confirman que la actividad de los chorros de Encélado ha permanecido estable en las últimas décadas —los chorros fueron descubiertos por Cassini en 2005—, un dato muy importante de cara a modelar el interior de la luna.