Desde los años ochenta se conoce un tipo de galaxias caracterizadas por una fuerte emisión en el infrarrojo – por encima de cien mil millones de veces la luminosidad del Sol – y muy poco brillantes en el rango visible y ultravioleta. A estas Galaxias Infrarrojas Luminosas (LIRGs, por sus siglas en inglés) se añadieron posteriormente las Galaxias Ultraluminosas Infrarrojas (ULIRGs), con una emisión en el rango infrarrojo de billones de veces la luminosidad del Sol. El exceso de radiación infrarroja propio de este tipo de galaxias se debe a la presencia de ingentes cantidades de polvo calentado por intensos brotes de formación estelar, así como a la posible presencia de un agujero negro supermasivo activo en su núcleo. La capacidad de absorción de luz de dicho polvo hace que estas galaxias sean complejas de estudiar en los rangos visible y ultravioleta, y haya que recurrir a la observación con telescopios infrarrojos. Un equipo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) ha liderado un estudio publicado hoy en Nature Astronomy con resultados muy novedosos que evidencian el papel crucial de la fusión galáctica en la evolución química de este tipo de galaxias.