Conocer el interior de los planetas es una tarea tremendamente compleja. Si ya es difícil saber qué pasa dentro de la Tierra, averiguar qué pasa en otros mundos parece ciencia ficción. Pero vivimos en una época donde por primera vez comenzamos a disponer de datos de primera mano del interior de otros planetas del Sistema Solar. Además de la Luna, explorada ya en los años 60, la sonda InSight de la NASA nos ha mostrado cómo es el interior de Marte y, más allá, la sonda Juno está haciendo lo propio con Júpiter. Ahora bien, conocer el interior de mundos rocosos como la Luna o Marte es una cosa, pues el estudio se basa en el análisis de ondas sísmicas que se pueden detectar mediante sensores en la superficie, pero, ¿cómo puede Juno saber qué pasa en el interior de Júpiter sin posarse en la superficie (algo imposible por otro lado porque, como sabemos, el planeta no tiene superficie sólida)? La técnica principal es la medida de las ligeras perturbaciones de su órbita provocadas por la distribución no homogénea de materia en su interior —cambios del orden de 0,01 milímetros por segundo en la velocidad de la nave—, pero también dispone de instrumentos como JIRAM y MWR para observar la radiación infrarroja y de microondas que emite Júpiter y comprender así su interior.