En astrofísica, el estudio de la estructura de galaxias a diferentes distancias, es decir, a diferentes edades del cosmos, es esencial para reconstruir la historia de la formación y evolución de la Vía Láctea. En el Universo cercano, la mayoría de las galaxias espirales masivas muestran en sus regiones centrales una estructura alargada en forma de barra, al igual que nuestra propia galaxia. Estas barras tienen un papel fundamental en la evolución galáctica, ya que favorecen la mezcla de elementos, esencial para la formación de estrellas.

Sin embargo, según las predicciones de los modelos teóricos, las condiciones físicas y dinámicas del Universo primitivo no favorecen la formación de barras en las galaxias más jóvenes y distantes. Por ello, se pensaba que la estructura de las galaxias espirales como la Vía Láctea no se consolidaba hasta que el Universo tenía la mitad de su edad, que en la actualidad cuenta con 13.800 millones de años.