Con la ayuda del telescopio espacial James Webb (JWST), un equipo internacional de astrónomos y astrónomas ha encontrado pruebas concluyentes de la existencia de una estrella de neutrones en el remanente de la supernova 1987A, la más estudiada de la historia y la única que, antes de desvanecerse, se llegó a ver a simple vista en los últimos 400 años. Explotó el 23 de febrero de 1987 –de ahí su nombre– en la Gran Nube de Magallanes, en el cielo austral, a una distancia de 160.000 años luz, y fue la supernova más cercana observada desde la que vieron los ojos de Johannes Kepler en 1604.