Sobrecoge pensar en la soledad que impera en la cara oculta de la Luna. Quien la habitara podría pasar toda la vida sin saber que muy cerca hay un planeta azul y vivo, acuático y brillante, porque desde allí la Tierra no se ve. Todos los objetos observables nos muestran sus dos lados, excepto la Luna. A su cara oscura no llegan nuestras señales radioeléctricas y su silencio y aislamiento son una extraña singularidad.