Desde la distancia, a más de 150 millones de kilómetros, nuestro Sol puede parecer tranquilo, estable, casi inmutable… pero nada más lejos de la realidad. Nuestra estrella se encuentra en continuo cambio, sus campos magnéticos se retuercen y en su superficie se suceden tormentas geomagnéticas, eyecciones de masa coronal, cascadas de plasma, vientos de partículas. La vida de nuestro Sol es tan ajetreada que posee un ciclo capaz de intercambiar sus polos en un intervalo de unos once años. Es sorprendente pero cierto: aproximadamente cada once años el campo magnético del Sol cambia por completo y sus polos, norte y sur, intercambian su posición.