Uno de los pasos fundamentales para comprender el origen de la vida en la Tierra (y quizás en otros entornos astrobiológicos) es modelar cómo y dónde se formaron las primeras células. Y acaban de dar con una pieza clave del puzle. En los entornos acuosos de la Tierra primitiva había grasas o lípidos. A partir de ahí, un nuevo trabajo, liderado por Sunil Pulletikurti del Scripps Research Institute en California, ha descrito una vía por la cual vesículas simples de lípidos (pequeñas esferas o bolsas llenas de líquido) pudieron dar forma a protocélulas en entornos acuosos ricos en nutrientes de la Tierra primitiva.